26/07/14

El "berretín" de las cosas idas... Almacén con despacho de bebidas

 

Así como en esta columna oportunamente hemos publicado fragmentos del BAR ROJO extraídos de PINCELADAS DE RECUERDOS, la obra de Francisco Pastinante; esta vez transcribimos fragmentos de otro de sus nostálgicos artículos

 

 

 


Historiar las casas de comercios de almacenes y despacho de bebidas, significa remontarse a los orígenes de Pueblo Aguirre (estación Arroyo Seco) y naturalmente remozar nostalgias y recuerdos de un pasado lejano en el que vivieron nuestros abuelos, que se afincaron en la tierra prometida y que así crecieron con sus hijos.

Francisco Larrocau, Bautista Bigliani, Atilio Giúntoli, Nicolás Lucente e Hijos, Luis Porrini, Vicente Romanini, Domingo Pietragalli, Adolfo Pascual, Baccelli Hnos., Julio Nannini, Nicolás y José Frenzi, De Rienzo Hnos., fundaron los primeros almacenes con despacho de bebidas del incipiente Pueblo Aguirre. Luego, a partir de la década del veinte, se instalaron Carmine Pastinante, Ernesto Matarazzo, Ramacciotti Hnos., Nicolás Capuzzi, José Tonelli, Salvador Di Guglielmo, Nicolás Di Santo, Domingo Grande, Victorio Bonacchi, Bartolo Nallino, y tantos otros que escapan a mi memoria.




Ellos fueron los pioneros de nuestro lugar. Eran personas de temple que unían a su dedicación el arte mágico de inspirar confianza. Eran un poco los rectores de la comunidad, que día a día buscaban superarse culturalmente, para elevar el nivel del terruño amado. Aquí desarrollaron sus vidas, aquí crecieron sus hijos, aquí sufrieron y gozaron de sus alternativas y los clientes de aquel entonces orientaban sus necesidades de pedir consejos a su almacenero de confianza. Yo lo recuerdo así.

Cada casa de comercio, era un poco el refugio de sus parroquianos. No olvidaré nunca aquellos colonos que concurrían al negocio de mi padre. Muchas veces hacían un alto en sus actividades y luego se distraían jugando a los naipes, preferentemente a la "escoba de 15" o al "tresiete". Eso ocurría los domingos que el hombre de campo dedicaba al descanso, siempre y cuando no fuera en tiempo de "cosecha fina", lo que obligaba a los chacareros a trabajar de sol a sol, incluso los días de fiesta, para evitar que el tiempo les hiciera una mala pasada. Había que trabajar para no ser sorprendidos por las grandes lluvias o el granizo.

Jugaban a los naipes, y al finalizar la partida, el consabido litro de vino, acompañado de lupines, maníes con cáscaras o castañas asadas, era el festín de los intervinientes, siempre y cuando no decidieran jugar al "patrone y soto" en que el ganador decidía quienes debían tomar y comer.

El almacenero otorgaba créditos para su cliente a pagar en los fines de cosecha cuando iba bien, pero en momentos de crisis ocasionadas por la sequía, granizos o exceso de lluvias, debía pensar como atender por otro período al cliente abrumado por las deudas y por su obligación de dar de comer a su familia.

Pero la solidaridad existía, amalgamada por la amistad y la fe. Muy dificilmente un almacenero dejaba de atender a un cliente por cuanto consideraba que eso era parte de su deber y para ello administraba su economía de tal forma para no defraudar al necesitado. Eso sí, en estos casos suprimían del fiado el tabaco y las bebidas, por cuanto éstos eran vicios y los "vicios" no debían fiarse.

Eran épocas en que prácticamente no existían "pagarés" que debían firmarse. No era necesario firmar, la palabra bastaba, en ella estaba implícito el honor del que la daba. Todos los almaceneros asentaban sus deudas en un libro INDICE y al cliente le daba una libreta en la que diariamente se anotaban las compras adeudadas.

Han quedado para siempre en mis retinas, las hileras de sulkys y carritos con sus caballos atados a la vara de hierro que sobre dos columnas estaba colocada en el cordón de la vereda del negocio de mi padre, mientras sus dueños hacían las compras necesarias y los que esperaban turnos, lo hacían pegados al "estaño" del despacho de bebidas, mientras gustaban de una caña o un vaso de vino.

Viejos "boliches" que abrían sus puertas a las seis de la mañana y las cerraban a las veintitrés horas. Eran tiempos de trabajo, de superación, de paz y honradez. Tiempos de sacrificios y progresos lentos, basados en el esfuerzo de la familia entera que atendía el negocio.

Los viejos almacenes de despachos de bebidas, muchas noches quebraban sus rutinas, por la llegada de aquella humilde orquesta de los Hermanos Machuca, que en su recorrida pasaban el plato. Era un poco el "modus vivendi" de aquellos indolentes
bohemios que conformaban el conjunto orquestal. Ejecutaban tangos y música folclórica que los parroquianos celebraban entusiasmados. El boliche de mi padre, aquel de Victoria y Belgrano, muchas veces fue frecuentado por este conjunto que componían Gabino en el bandoneón, Santiago en la guitarra, Rogelio en el violín y con Juan Lupo, que tenía la habilidad de emitir con sus labios y la hojita de "siempre verde", sonidos agudos musicales, que producían el efecto de un instrumento más.

Viejos almacenes con estanterías repletas de caña, grapa, ajenjo, vermouth y Monte Cudine, junto al estante de alpargatas Vascas y galponeras marca Langosta o Rueda que eran de consumo masivo. A su costado la tarima con tres o cuatro bordalesas de vino de distintos tipos para el consumo, junto a la pila de cervezas QUILMES, BIECKERT Y AFRICANA, aquellas que venían con corchos y precintos de tres patas de lata y cajones de "Chinchibirra", "Bilz" y "Aviador".

En las estanterías las jarras de aceitunas verdes, manzanillas españolas y las latas de aceite de oliva "BOCCANEGRA" o " AUSONIA". 

En la pared en lugar visible el retrato de "VITTORIO EMANUELE" rey de Italia, presidiendo el "boliche".

Época en nuestro pueblo, en la que los dueños de esos negocios, generosos, casi todos "gringos" eran una institución para los clientes.




Viejos almacenes con despachos de bebidas, escenarios del tiempo que pasó, cumplieron una etapa en el pueblo que hoy es
nuestra ciudad, baluarte de aquellos "patrones" que sirvieron noblemente a los rudos hombres del campo y los obreros puebleros de aquel entonces. Están fijados en el tiempo e insertos en la historia menuda de nuestro pueblo, para que algunos pocos puedan
recordarlos.

Publicidades extraidas de las Memorias y Balances del A. S. Athletic Club.


* Este material fue publicado originalmente en TEMAS & NEGOCIOS .


 

 

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